miércoles, 29 de agosto de 2012

Un desamor amistoso

Prólogo:
SU MAYOR ERROR

Jackie no se habría imaginado que aquellas dos palabras que le dijo a su novio le iban a doler tanto:
-Quiero cortar.
Cambió las dos palabras que siempre le decía por otras dos que significan justo lo contrario. Jackie entró en estado de shock al ver que su novio, arrodillado, miraba al suelo tratando de ocultar sus lágrimas. Cualquier chico se habría dado la vuelta dirección a su casa y por el camino, sin que ella le viera, habría sentido rabia, le habrían entrado ganas de dar puñetazos a lo que sea, le daría igual si fuera un árbol o un cristal. Pero Daniel no, a él ya no le importaba el orgullo, era algo que no importaba nada en ese momento; su novia, con la que había vivido tantas cosas, tantos abrazos, tantos besos, con la que creía que pasaría el resto de su vida, quería cortar con él. Se sentía impotente, le entraron impulsos de ponerse en medio de la carretera y dejar que le atropellaran. Pero no lo hizo, no por él, si no por ella, porque a pesar de que acaba de oír de su boca las dos palabras que siempre había temido escuchar, tuvo el valor de mirarla a los ojos una vez más y vió que caían lágrimas por sus preciosos ojos. La abrazó sin pensárselo dos veces, ahora era ella la que estaba llorando y solo le importaba ella. Daniel no entendía nada, ¿por qué había dicho eso? No quería estropear el momento preguntándole el motivo de su llanto, porque ella lo estaba abrazando como si no hubiera un mañana, como si fuera el último abrazo.
Entonces Daniel notó que Jackie se llenaba los pulmones de aire y acto seguido se alejó varios centímetros de él.
-En serio Daniel, no podemos seguir viéndonos._dijo Jackie, con la voz quebrada. Después miró a Daniel a los ojos y retiró la mirada avergonzada. 
Fue entonces cuando Jackie se fue de aquel lugar en el que siempre se veían los dos solos. No era un lugar fuera de lo común, era la esquina de un parque que para cualquier persona era un sitio normal y corriente, pero no para ellos dos. Esa esquina era el lugar donde aquel amigo tan peculiar que tenían en común los presentó; también era el lugar donde se dieron su primer beso, el lugar donde muchas veces quedaban para luego dar una vuelta y también era donde se despedían siempre con cálidos y duraderos abrazos, porque ninguno de los dos se sentía capaz de soltar al otro. Pero nunca pensó que ese lugar también sería donde cometiera su mayor error: dejar ir a la persona que ama.



Continuará...